2011 fue el año en el que mi vida comenzó su transformación hacia el adulting en su máxima expresión y en todos los sentidos. Regresé a la CDMX después de más de 6 años de vivir en provincia por trabajar en una súper empresa, pero con un futuro un tanto incierto: divorciada, con mi primer trabajo dentro de agencia y lejos del mundo corporativo, sin siquiera tener un plan detallado a corto plazo.
Ser parte de la primera generación de profesionales digitales era un albur. Sabes mucho sobre temas que no todos dominan, se pelean por ti y hasta temen poner en duda tus conocimientos; al mismo tiempo, las campañas digitales, las redes sociales y el brand value en Internet no quedaba tan claro en el Marketing Plan de las grandes marcas y lo que sabías no era pagado de forma adecuada.
Sobra decir que duré corto tiempo en mi nuevo puesto de Directora General Digital; pues mis jefes temían que la empresa para la que anteriormente trabajé supiera que estaba con ellos, o bien, bonificaban los proyectos digitales que desarrollaba con tal de que les compraran las grandes campañas publicitarias en medios tradicionales: Yo ya no tenía cabida ahí.
Cómo, cuándo y con qué lana se emprende
Con un arreglo chafa, donde ni renuncio ni me corren, corté por lo sano con la empresa que me trajo de regreso a mi ciudad sin un solo peso de liquidación. Ya en mis mid 30’s me daba pereza y pánico tener que comenzar con procesos de reclutamiento. Lloré 30 minutos y decidí que iba a emprender (chinguesu).
Decirlo suena ultra fregón. Ahora ¿cómo lo haces? Tenía la gran ventaja de tener sólo como dependiente económico a Sheena y dije ME AVIENTO. Vendí mi Neón Turbo color Tutsi-Pop 2004, encontré un nombre que me inspirara diario para la agencia y compré una laptop básica, los dominios de la empresa y diseñé en Power Point mi primer logo, horrible, por cierto. Ahora sí, con la bendición del de arriba, vamos a buscar clientes.
Con la venta de mi coche más mis ahorros, calculé sobrevivir 6 meses sin problemas de renta, croquetas para Sheena o comida para mí. De lo que estaba segura es que me apasionaba lo que hacía y quería lograrlo bajo mis propios términos.
Los primeros clientes
La verdad es que corrí con suerte de cerrar con un cliente de Gobierno a los primeros meses de emprender, lo que afianzaron mis ganas de continuar. Hice mis pininos de empresaria sin saber nada de administración ni recursos y me fui valiendo de amigos en la industria para freelancear desarrollos, diseños y demás.
Los primeros 4 años fueron DURÍSIMOS, cerré las primeras igualas bebés, pues las empresas no estaban dispuestas a confiar en una agencia nueva y menos liderada por una mujer.
Primera Lección: Ser mujer emprendedora no está tan padre.
No, no está padre; sobre todo cuando por tu género lo primero que hacen es dudar de tus capacidades cognitivas o de liderazgo; a lo largo de la vida de WRU y hasta hace un par de años, he recibido comentarios de clientes que me han dicho que las mujeres no lideran, o que somos emocionales e impulsivas. No hay discernimiento entre la capacidad de uno y la falta de perspectiva del otro.
Segunda Lección: Nunca de los nuncas olvidar que existe el SAT.
Esa lección dolió, pues con el primer cliente vino el primer “no gané nada porque hay que pagar ISR”. Consejo, siempre tengan un aliado contador y un abogado, por si las moscas.
La época esmeralda de WRU
En 2015 ya había pasado de todo, colaboradores antiéticos, clientes sin pagar y hasta un intento de secuestro corporativo. Para ese entonces, podía recargarme en quien ha sido mi socio de negocio y de la vida y entre los dos, habiendo corrido a 4 personas de la agencia que era básicamente todo el staff, volvimos a comenzar.
Gracias a la vida, el empeño, el trabajo y las ganas, comenzamos a cerrar con marcas grandes y logramos conservarlas como clientes por 2, 3 y hasta 7 años. Pude comprar nuevamente un coche y sentir paz y tranquilidad al liquidar mis deudas.
Tercera Lección: Ahorra en tiempos de abundancia.
Cuando te va bien: AHORRA. Ahorra para tu retiro, para las vacas flacas, para enfermedades, para todo ahorra. Tu yo de las crisis te lo va a agradecer infinitamente.
Cuando el COVID-19 llegó
Todo fue crecimiento del 2015 al 2020. Cada año la facturación anual subía un mínimo del 20%, abrimos oficinas físicas y llegamos tener hasta 15 wrucitos alrededor del mundo que cuidar. Cuentas en y fuera de México, figuras públicas, empresas que tasan en bolsa y con las que generamos siempre relaciones humanas y duraderas; pero llegó la pandemia.
Con ella, los presupuestos se congelaron, el 90% de los clientes se fueron y todos en WRU nos quedamos sin rumbo. Aquí la tercera lección llegó como anillo al dedo y pude conservar a mi equipo año y medio con bonos de ayuda financiera sin perder a ninguno y sin clientes. Invertimos en un programa de expansión de negocios con la esperanza de volver a la época de esmeralda, pero no, no pasó.
Cuarta Lección: Evoluciona.
Ante la crisis, resiliencia y evolución. Al momento seguimos lejos de la Ciudad Esmeralda; pero, siempre con ganas de volver a ver al Mago de Oz. Hemos abierto 2 áreas nuevas de especialización, somos estrellas de Spotify (que escuchan nuestras mamás y alguien de Asia), adecuamos los servicios ya establecidos a las nuevas necesidades de la industria.
El WRU del futuro
Hasta el momento, seguimos licitando, buscando, y hasta decretando que lleguen nuevos clientes; eso sí, no cualquiera, pues también hemos aprendido que queremos compartir valores y metas en común con ellos para que el trabajo siga siendo divertido.
Quinta Lección: Que tu trabajo siempre te apasione.
Si algo tengo hoy claro, es que quiero seguir impulsando el cambio, desde mi cancha y con mis recursos; quiero un mejor país. Quiero a colaboradores felices, que amen lo que hacen, quiero volver a hacer relaciones más allá de comerciales con mis clientes; quiero seguir disfrutando lo que hago, porque cuando es así, nadie te detiene.
Así que estimado lector, esta es la historia de WRU a lo largo de 12 años. Gracias por leer y gracias a todos los que, de forma directa e indirecta han formado parte de este camino. Si deseas ayudarnos a escribir el siguiente capítulo, acércate a nosotros y déjate atrapar por la magia de WRU, chatea con nosotros, mándanos un correo y ahí estaremos; estaremos encantados de formar equipo contigo.